domingo, setiembre 02, 2007

Pelilargo

Sheila Alvarado (1979) es dibujante, fotógrafa y escritora. Es, además, editora asociada de arte de Etiqueta Negra. Ha trabajado como ilustradora para las editoriales Norma, Amores libros y el Ministerio de Educación. Egresó de Bellas Artes en el 2002 y estudió fotografía en Corriente Alterna. También cursó talleres en las universidades San Marcos, Ricardo Palma y Católica. Ha ganado dos veces el segundo puesto del concurso de fotografía Luís Felipe Cueto. En el 2004 obtuvo el primer puesto en el concurso internacional de arte Something Special.
El 30 de Julio presentó “Pelilargo”, su primer libro de cuentos para niños publicado por Alfaguara, escrito e ilustrado por ella misma. En esta entrevista, Sheila nos cuenta sobre su larga experiencia como artista y aquello que la llevó a escribir un libro para niños.

Sheila, ¿cómo decidiste estudiar arte?

Desde siempre quise estudiar arte, creo que no había otra opción. Peleé bastante con mi papá. Porque él quería que estudiara derecho en la Universidad Católica, pero yo quería estudiar arte, no había otra. Nunca tuve otra opción, sabía que no iba a hacer nada más que eso. O sea, fue más en realidad cuánto me tomó la lucha con mi papá y convencerlo y todo eso que decidirme. Mi mamá siempre me dijo que a los tres años me había preguntado qué quería estudiar y que yo le dije que quería ser artista… y cocinera en grandes hoteles. Estudié un curso de cocina, me gusta pero no tanto. Pero no sé, aquí estoy creo, haciendo dibujitos. Desde los trece años.

¿Cómo fue tu experiencia en la Escuela de Bellas Artes?

Ingresé con ampliación, dibujaba malazo. Hasta el tuétano. A mí me gustaba dibujar pero no lo hacía bien. Era mala, pero me encantaba dibujar. Y a la escuela ingresé a las justas. La ampliación la tuve que hacer yo y era un chiste porque me acuerdo de que no tenía nada, acababa de salir del colegio y no tenía ni libreta militar, ni DNI, nada y siempre me decían, tú tienes que poner tu DNI, tus documentos y no sé qué, y tengo por ahí todavía fotocopia de eso que está vacío un montón de cosas. Pucha, hice la ampliación y todo, los primeros años fueron horribles, o sea no horribles, fueron bonitos, pero siempre estaban a punto de jalarme, no en los talleres: en grabado, en pintura, bueno en pintura también casi me jalan, en grabado y escultura me iba bien; pero en dibujo, que era una de las cosas más fuertes y era lo que más de gustaba, los tres primeros años siempre estaban por ponerme cero ocho, cero ocho, cero ocho, y los profesores en realidad me aprobaban porque si había que presentar veintiún trabajos yo hacía veintiocho o treinta, o cosas así, y ellos me veían que yo estaba ahí todo el día y que no solamente les presentaba los dibujos sino que a veces les presentaba hojas donde había hecho sólo manos o pies, o cosas así. Entonces los profesores habrán dicho: “Ay pobrecita esta chica, pero sí quiere dibujar. Ya pongámosle once”. Pasaba con once o doce y para mí era una gloria total. De ahí empecé con doce, catorce y ya los últimos años califiqué para graduarme con medalla de plata en grabado y califiqué para medalla en dibujo, pero yo tuve muchos problemas de alergia y me retiré de algunos cursos, y tú no puedes acceder a ninguna medalla en la escuela si estás jalada, no te permiten, entonces como tenía un curso, nada pues salí con mi feliz dieciocho pero sin premio alguno.

Háblanos un poco de tu trabajo fotográfico.

Es casi todo autorretrato, es todo autorretrato y casi siempre es desnudo. Siempre me ha gustado hacer fotografía y fotografiar a mis amigos, ese tipo de cosas, pero personalmente no soy de fotografiar mi rostro. Es más hay un montón de fotografías que tu ves y yo te puedo decir: “es mi prima” y tú te la crees, porque no se ve el rostro y no se ve nada, ni siquiera se ve el cabello, que es mi signo distintivo, el cabello largo. Ni siquiera aparece eso y me gusta mucho hacer el autorretrato porque me gusta trabajar sola y decidir qué quiero hacer y cuando quiero hacerlo y llegar al movimiento específico que decido y que quiero que este en la cámara. Sobretodo porque puedo hacerlo en cualquier momento, o sea yo decido quiero hacer una fotografía ahorita y soy yo la que decide dónde, cómo y cuándo tiempo voy a hacerlo, lo que no podría hacerlo si tuviera una modelo porque me acuerdo cuando quería hacer fotos, quería fotografiar a mi hermana, pero a mi hermana la sentaba y a los 5 minutos ya estaba echada y se movía y yo decía: ¡Dios mío! Y era un loquerío, entonces conmigo ya como que tengo más convicción obviamente de lo que quiero y mantengo la postura o lo que sea, es más puedo trabajar a cualquier hora y no es fácil tener a un modelo a tu disposición todo el tiempo y además que haga lo que tú quieras.

En tus trabajos, tanto en tus dibujos como en tus fotografías, tiendes a retratarte. ¿Esto hace tu trabajo más íntimo y más personal?

Yo creo que sí, que soy muy sincera conmigo misma, me reconozco como tal y algunas personas me dicen que es un exceso de vanidad y yo les digo que no lo hago en realidad por vanidad, lo hago porque es más fácil, porque si me dibujo a mí es mucho más fácil que logre el gesto o la expresión que yo quiero, es más trabajo con un espejo y obviamente a veces antes en realidad como que quería crear personajes, pero de alguna manera como trabajaba con el espejo entonces el personaje terminaba teniendo gestos míos pero que no eran míos, entonces dije ya lo hago de una vez yo y además es mucho más fácil de verdad, porque sé cuando algo no está bien, cuando algo falla, obviamente es mi rostro.


¿Qué nos puedes decir al respecto de ésa facilidad con la que pasas de cosas eróticas a cosas infantiles?

Creo que nunca lo decidí en realidad. Yo empecé escribiendo y esos son mis bocetos de mis primeros años, son mis libros llenos de textos, y cuando me pedían un dibujo yo iba y sacaba una línea y decía: “Esto es lo que voy a dibujar”. En mi cabeza cada línea tiene una imagen, siempre es la misma imagen, es como si tuviera la película en mi cabeza y yo estuviera esperando y pasando: “Ah ya, hago este cuadro” y cosas de ese tipo. Los dibujos que empecé a hacer para grabado tienen este corte infantil y los cuentos son así, pero creo que no están muy lejos uno de otro, porque por ejemplo tengo cuentos que no son para niños, son para adultos, pero los personajes son niños, o sea son como infantes, que suelen ser muy crueles y que llegan tener un desarrollo sexual también como los adultos. A veces hay niños que tienen un desarrollo más alto que los adultos y que pueden ser más crueles además. Entonces no creo que haya un trecho muy grande entre uno y otro.

¿Se necesita ser versátil?

No sé, creo que la cosa es mandarse, creo que es no pensarlo mucho. Si yo hubiera pensado me hubiera dicho: “Hay no, qué barbaridad” pero no, simplemente lo hice. Me hubiera limitado yo misma. Es como cuando me dicen: “Ay, pero siempre se dice que hacer cuentos infantiles es súper difícil. Yo digo: “Qué suerte que nadie me dijo eso cuando estaba haciendo los cuentos, porque sino yo misma hubiera dicho: este cuento pero si es tan difícil cuando ha salido tan fácil, no debo estar haciéndolo bien”. Creo que la cosa es mandarse y hacer lo que uno quiera sin pensar si es difícil o no. Es así de simple, si uno oye demasiado no se escucha a sí mismo.


¿Cómo así decidiste hacer “Pelilargo”?

Bueno, lo que pasa es que yo siempre tuve mis cuentos, e ilustraba cuentos para niños, y dentro de los cuentos que tenía era “Pelilargo” y un día me di cuenta de que en realidad ya no me convenía ilustrar para otra gente. Porque a veces quería poner cosas más personales y me decía “no”, sobre todo porque cuando tú haces ilustraciones para otras personas los contratos quedan que obviamente las ilustraciones son de ellos y el personaje es de ellos y que además que ellos pueden reeditar una y otra vez tus ilustraciones ya sin permiso tuyo. Entonces yo sentía que podía yo mismo poner todo lo que yo quería, porque ahí sí me controlaba un poco porque me parecía: “cómo voy a darle aspectos tan personales míos a un personaje que luego lo entrego y van a hacer con él lo que quieran, como reeditarlo o no sacarlo nunca más”. Entonces bueno empecé a escribir “Pelilargo” con todas las cosas graciosas que me pasaban por tener el cabello largo, como atrapar cosas y quedarme enredada, en la mochila, los botones, conocí a un amigo así porque estaba bailando en una fiesta y de pronto mi cabello se enredó en uno de sus botones y no nos quedó más que seguir bailando hasta que desenredamos el asunto. Cosas de ese tipo. Mi cabello se enreda, se lleva cosas, tapas, post-it… Cosas tan raras me han pasado. En la calle, que me lo jalan o la gente me pregunta: “¿puedo tocarlo?”.

¿Por qué el pelo largo?

Debe ser que va en la misma honda que todo lo que hago, trato de ser muy personal con los objeto o con las cosas que hago, con los personajes, siempre tienen algo de mí, me pareció que el cabello era algo muy personal, no solamente porque obviamente era mío, sino porque es como un reloj, yo me acuerdo que tenía amigos que a veces no los veía en mucho tiempo y ellos de frente van a ver mi cabello y a decirme: “¡Cuánto ha crecido, yo no te veía desde que estaba acá!”. Entonces es como que ya no importa que no haya visto a un amigo en un año o dos, importa cuánto ha crecido el cabello. Y a veces es más fácil manejar el tiempo en cabellos que en tiempo real.

¿Te consideras entonces una artista autobiográfica?

Yo creo que sí, que con el tiempo, como con el personaje de Perú21, que en realidad no tiene mucho tiempo, tiene como un año, y con la niña de “Pelilargo” sucede eso. Pero yo creo que quien se parece más es la chica de Perú21 y en ése caso sí lo veo porque por ejemplo veo la ropa que estaba utilizando ese año y me acuerdo de algo muy especifico. Me gustaba utilizar ese polo o ése tipo de cosas. Porque es también mi ropa, son mis cosas, entonces puedo más o menos saber cosas de ése tipo. Pero con “Pelilargo”, bueno, es una mezcla de mi infancia con lo que es ahora en realidad. Creo que es una mezcla muy intermedia y hay cosas que sigo haciendo, me sigue gustando dibujar en la pared y disfrazarme, hacer avioncitos de papel y cosas de ése tipo. Siempre están presentes.



¿Qué artistas te han influenciado?

Me gusta mucho Edward Gorey, me encanta sobre todo porque logró una muy buena mezcla entre lo macabro y lo infantil. El primer libro que leí de él, que me encantó, se llama “Los pequeños macabros”. Tiene este personaje, que falleció el 2000, cosas muy sensuales, muy eróticas, sobre todo eróticas, porque tú no ves realmente imágenes sexuales, todo es muy acomedido. Me gusta mucho el hentai, sin un autor en especial. Otro ilustrador que me gusta bastante es Ian Falconer. También he descubierto a Ana Juan.

Finalmente, ¿qué consejo darías a todas las chicas jóvenes que quieren ser artistas?

Que para empezar creo que van a tener que creer en ellas mismas, porque sino nadie más lo va a hacer, en realidad. Hay una frase muy bonita, que me gusta: “El mundo no te regalará nada, créeme. Si quieres una vida, róbala”. Sobre todo porque cuando uno dice: “Quiero estudiar arte”, tus papás te van a decir: “Te vas a morir de hambre”. Pero no es así, creo que cualquier carrera en la que uno piense llegar hasta el final, porque si uno quiere hacer algo debe llegar hasta el final, si tú lo vas a hacer bien vas a poder vivir de eso. Mi mamá siempre me dijo eso, cuando yo le dije que quería estudiar arte, me dijo: “No me importa si quieres ser barrendera, pero quiero que seas la mejor. Aunque sea lo intentes, pero no que simplemente te creas ese rollo de: ay, soy una artista”. Creo que n o lo utilizo mucho yo tampoco, no sé por qué. Creo que está muy desprestigiado utilizarlo. Creo que a mí me gusta decir que hago dibujitos. Ahora estoy contenta sabiendo que vivo de hacer dibujitos, nada más.